19 de abril de 2011

Subvenciones para la formación ¿o no? (2ª Parte)

Una vez aclarado que no tiene nada de ilegitimo el que las organizaciones sindicales reciban subvenciones para gestionar la formación, hay que señalar otra cuestión más importante: el uso que se pueda hacer de esos fondos.

Al ser subvenciones finalistas deben destinarse exclusivamente a los fines previstos, es decir a la formación.  De entrada, hay que considerar que toda la formación que reciben los trabajadores por parte de la empresa y de los sindicatos debe ser gratuita, dado que ya en nuestra nomina cotizamos por ello –salvo el personal funcionario de MUGEJU y MUFACE-. En segundo lugar, debe ser una formación de calidad, no la simple obtención del certificado, sino que cumpla la finalidad de formar al trabajador en la materia objeto del curso. En tercer lugar, se debe de optimizar los recursos, para llegar al mayor número de trabajadores, con la máxima calidad y el mínimo coste.

Indudablemente, estos principios no se mantienen cuando determinados sindicatos, de los llamados “independientes”, ofertan cursos homologados a 50 euros, con un descuento de 20 € a los afiliados, con lo que sólo costará 30 euros. Incluso otros sindicatos lo dan gratis, a cambio de que te afilies.

Aun así, esto no es lo más grave. No te venden formación en sí, sino el “titulito”. Existen numerosos testimonios de personas que han pagado el correspondiente curso y, sin haber visto un solo tema, a los dos meses han recibido el certificado en su casa ¡Toma Ya!  Pero la cuestión es, que esta práctica, de determinados “sindicatos INDEPENDIENTES”, ha acostumbrado a parte del personal en estos usos. De hecho, cuando se oferta un curso de calidad, con un tutor y temario de prestigio, que requiere un esfuerzo y tener que evaluarse, te dicen que no quieren el curso, que prefieren otros que no necesitan ningún  esfuerzo.

Lamentablemente, tanto en el ámbito de la Junta de Andalucía, como en la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP), existía un campo abierto para que estos sindicatos usaran la formación con el objeto de obtener beneficios. Afortunadamente la intervención de los sindicatos que creen realmente en lo “publico”, en este caso nos referimos a Comisiones Obreras, ha conseguido eliminar estas prácticas.

Vemos por tanto que, para algunos, la formación no es costosa, ni por supuesto de calidad; pero sí optimizansusrecursos dando cursos de baja calidad –o, más bien, regalando certificados- y ofertando otros con numerosas plazas a unos costes irrisorios.